Publicación digital Microrrelatos 2015

Tenemos el placer de presentarte la edición digital de todos los relatos participantes en este Primer Concurso de Microrrelatos organizados por ByLinedu para la Semana Europea de la Alfabetización 2015.

Agradeceros a todos la ilusión y creatividad en vuestras obras, que son de una gran calidad. 

Disfrtuad de la lectura

Microrrelatos2015

Ganadores del Concurso de Microrrelatos

Reunido el Jurado del concurso de Microrrelatos y realizado el recuento de los votos registrados en el Blog, procedemos a comunicar el resultado de los ganadores en las diferentes categorías.

RESULTADOS DEL CONCURSO

Ganadores por elección de los internautas (mayor número de votos)

Categoría Infantil: Saxa Ajo Picante de Violeta Alonso
Categoría Juvenil: Hoy describo el corazón de Sara Offerrall
Categoría +18: No me olvides de Gloria Males Martínez

Ganadores por decisión del Jurado

Categoría Infantil: Nina y la luna de María Valenzuela
Categoría Juvenil: Con ojos de ocho años de Carmen de Rueda
Categoría +18: Por amor al arte de Sandra Monteverde 

Tal como está anunciado, los premios se otorgarán el próximo día 16 de septiembre en Valencia a las 18 horas. Las indicaciones del lugar están detalladas en la reserva de entrada.

Los ganadores tienen reservada una plaza para asistir al evento. En caso de no poder asistir a recoger el premio, deben ponerse en contacto con la organización para hacérselo llegar a su domicilio por correo ordinario.

Cualquier persona que desee asistir a la entrega de premios, debe reservar entrada imprescindiblemente, al disponer de aforo limitado a través del siguiente enlace.


Próximamente, se elaborará una publicación digital con todos los relatos participantes. Se informará desde la web del evento: www.bylinedu.es/literacy

Cuál es mi motivación para estudiar psicología (Categoría +65)

Comenzaré por hablar de mi motivación para "estudiar" simplemente.

Creo que es algo que llevo dentro de mí desde siempre, desde muy niña. Quería siempre aprenderlo todo: a hacer ganchillo, me enseño mi tía C. a zurcir, mi abuelita... Mi abuelito, que era maestro, me enseño a leer a los tres años. A partir de entonces, mi mayor ilusión era leer: cuentos y todo lo que caía en mis manos. Con el tiempo fue el momento de aprender ("estudiar") y para mi fue la misma ilusión, que me ha acompañado siempre. Cuando a los diez años estudiaba el primero de Bachiller (entonces era otro plan de estudios) recuerdo como una anécdota, que, caminando por el pasillo, entre una clase y otra, me preguntaba a mi misma: "¿qué carrera escogeré que no se acabe nunca, para estar siempre estudiando?"

Por eso, hace unos años, cuando me vi en una situación apropiada, libre de obligaciones, me decidí a retomar los estudios. ¿A mi edad? Nunca ya voy a ser más joven que ahora. ¿Ilusión por el estudio? La misma que cuando estudiaba la carrera (Magisterio). ¿capacidades? Reconozco que muy enlentecidas, supongo que por la edad (86 ahora) que no es poco. Pero en cambio puede haber otras ventajas y son: la madurez que se va adquiriendo con la edad (siempre a más), el sosiego que de el tener cumplidos todos sus afanes en la vida, el disponer de todo el tiempo ya sólo para el estudio...

Y ¿por qué justamente psicología? ¿por qué no cualquier otra disciplina del abanico de ofertas que encontramos aquí y allá? Pues porque "justamente" la psicología es la que me ofrece la que, en estas alturas de mi vida, más me interesa: el conocimiento de la persona humana en todos sus aspectos (psicológico, psicobiológico, patológico, evolutivo...) para aprender a aceptar a cada cual según es, saber comprenderle, estar a su lado en todas las circunstancias, no asustarme ni alterarme por extrañas cosas que pueda observar en su comportamiento... para, a fin de cuentas, saber amar y comprender a cada cual según es y no según yo quisiera que fuese. Como le ama Jesús y por eso trato a la vez de conocer y vivir el evangelio.

La escultura encantada

El abuelo de Hans había fallecido. Debía ir a la casa del difunto, ya que su nombre figuraba en el testamento. Eso le extrañó, ya que en los últimos años no había tenido contacto.
Ignoraba si era millonario o si poseía joyas o bienes de valor. Sólo sabía que le gustaba mucho viajar. La casa del abuelo se encontraba lejos de la civilización, al final de un largo trecho desértico. Pero su rostro amable —recuerdo de su infancia— le empujó a continuar.
Cuando llegó, el notario se encontraba allí, tal y como habían acordado.
—Le estaba esperando. Ahora le entregaré la herencia de su abuelo.
Lo que Hans heredó fue una escultura a escala real de un gato moteado. Era de oro y en los ojos tenía dos gemas incrustadas. El muchacho firmó los documentos sin rechistar; estaba un poco fatigado y quería volver a casa antes del anochecer.

En el viaje de vuelta tuvo la desgracia de encontrarse con un ladrón, quien amenazó con quitarle la vida si no le daba la figura. El malhechor, al tocarla, hizo que ambos recibieran el impacto de una corriente eléctrica. Cuando Hans despertó, encontró un leopardo de ojos verdes.

Una heroína como tantas otras

Suena el despertador. Sofía se levanta, se ducha y prepara el desayuno. Despierta a las niñas y una hora más tarde las lleva al cole. Una mañana intensa le espera: hacer las camas, limpiar la casa, cocinar, corregir redacciones, preparar clases y curso de formación online. Recoge a Aitana y a Laia del cole, comen y las vuelve a llevar para las clases de la tarde. 

A Sofía le esperan cinco horas de clase, es su trabajo y disfruta con lo que hace. Hoy toca descripción. A los alumnos no suelen gustarles las actividades de expresión escrita, pero ella le pone tanto entusiasmo que les contagia y consigue que escriban magníficos relatos. La tarea de hoy puede resultar simple y a la vez complicada: describe a una persona a la que admiras. Un alumno escribe sobre su madre, y lee la descripción en voz alta. Ella se ve reflejada en ese relato de madre heroína que trabaja, cuida de sus hijos y que consigue lo imposible cueste lo que cueste. 

Diez de la noche, vuelve a casa exhausta, cansada y con ganas de relajarse, pero Aitana y Laia esperan que les lea el cuento de Pinocho, y ella no se puede negar. Cena, organiza el día siguiente para ella y para las niñas, se va a la cama, sueña que es feliz y … suena el despertador.

Todo se acaba (Categoría Infantil)

¿Hay algo mas infinito que el espacio o es que el espacio no es infinito? ¿qué es el infinito? ya que la palabra no es infinita ¿qué significará de verdad? 

Espejismo (Categoría Infantil)

¿Es verdad que la vida es real? si es un sueño sin sentido, que cuando te despiertas no puedes hacer nada, ni si quiera respirar, ni te late el corazón y los que aún no se hayan despertado te tomen por muerto. ¿Quién nos lo podrá decir? ¿alguien que lo está viviendo y no puede hacer nada?

Principio o fin (Categoría Infantil)

¿Qué sentido tiene la vida?, ¿es la muerte o es vivir? ¿quién nos lo puede decir?

¿Se puede...? (Categoría Infantil)

¿Se puede oír las ondas de radio? ¿se puede saber nuestro destino?

Y en mi tan fuerte latir, me delato (Categoría Juvenil)

El golpeteo frenético de mi corazón me asusta. Choca sin remordimiento contra mí, y me delata. Me ruborizo, tiñendo mis mejillas de escarlata. Y tiemblo. Y en mi tan fuerte latir, me delato. Como delata mi voz cuando miento. 

Y es que estoy mintiendo. Porque yo sí que le quiero. Pero lo niego. Empujo las palabras para que atraviesen mi garganta: «Yo tampoco te quiero». Se da la vuelta y se acerca a mí. Cede en mi tez su gélido aliento, pero para mí, es abrasador. 

Me agarra de la mandíbula, para besarme, pero me equivoco. Dispara palabras que atraviesan: «Tú me vas a querer». Cada letra rebota en mi cabeza, y me siento atrapada, muy atrapada. 

— ¿Desde cuándo querer a alguien es una orden? —mi voz se quiebra.

— Pues desde que lo digo yo, tú me vas a querer y punto. Estás tan loca por mí, que harás lo que yo te diga —me susurra con delicadeza en la oreja izquierda. 

— ¿Te has vuelto loco? ¿Por qué querría quererte si tú no lo haces? Dices que no te importo, que te vas, y cuando me destrozas, de repente soy útil. 

Me agarra y pretende besarme, pero le giro la cara. Y salgo corriendo… Restauro mis alas entumecidas después de dos años sin volar. He roto los barrotes de mi jaula. He escapado. Soy un pájaro que vuela en el viento. Y me alzo en un vuelo libre. Libre como el aire.

Frágiles latidos (Categoría Juvenil)

El viento azota mi cara. El frío nocturno eriza mi vello y mis manos se aferran a su cintura. Me atraganto con el apretado nudo de mi garganta y veo borroso por las lágrimas que amenazan con saltar al vacío. Odio enfadarme con ella. Acelera con furia, y me ciño a ella. Carretera, coches, luces y semáforos desaparecen de mis pupilas nerviosas. 

Aprieto mis parpados. La moto se descontrola y oigo un chirrido. Mi cuerpo se despega y caemos en el duro asfalto. Me golpeo en la cabeza. No puedo moverme, ni mantener mis parpados abiertos, así que los cierro. 

Me despierto y siento la sangre en mi frente, mis huesos rotos y cada rasguño. Me llevo una mano a la brecha, y no hay sangre. Miro mi piel, y está intacta. No lo entiendo. Me levanto y me encuentro destrozada en el suelo, tiesa. ¿Estoy muerta? Me volteo y veo a mi hermana. Su pulso se detiene. Grito, grito, pero no sale mi voz. 

Estamos solas. Morirá si no hago algo. Saco su móvil del bolsillo pero caigo de rodillas. Una presión estalla en mi espalda, perforándome la piel. Me desgarra y grito. Entonces veo unas enormes alas blancas salen de mi espalda. Soy un ángel. Su ángel de la guarda. 

La cojo de la mano y agacho la cabeza. Y entonces, sus frágiles latidos vuelven a golpear contra su pecho. Y aunque no estoy viva, me siento más viva que nunca, porque he nacido para protegerla.

Inspiración

Mario lleva días sin dormir, le han encargado la campaña publicitaria de la Primitiva, pero está completamente bloqueado y la última semana de plazo está tocando a su fin. Él está convencido de que la culpa es de Marta, la nueva becaria que se ha instalado en sus pensamientos sin intenciones aparentes de abandonarlos. Se pasa las horas en una nube, soñando que la invita a cenar, los dos bromean, ríen y al final de la noche se besan bajo la luz de las estrellas. Quién sabe si quizá después la acompañaría a su casa… Aunque en realidad él no necesita tanto, le bastaría con un poco de cariño, una simple caricia. Lo piensa y se estremece: ay… si me toca.

Eva (Categoría Infantil)

Había una vez una niña llamada Eva. Esta poseía un poder increíble para la danza y la gimnasia, pero cuando era referente a los deberes y los estudios, no clavaba ni una…
Cuando su prima le leía para que después ella respondiese a sus preguntas, ella se queda perpleja con la cosa más insignificante y era incapaz de escuchar.
Cuando su primo le intentó enseñar a jugar al ajedrez, ella encontraba cosas mejores que hacer con las fichas.
Y cuando su padre le proponía ayudarle a hacer los deberes, ella siempre daba la misma respuesta: “Por la noche”.
Su familia entera le intentaba ayudar, y aunque era difícil, ellos no se rendían porque le querían mucho.
Por otra parte, ella era una niña estupenda, siempre con sus queridas faldas, y sus ejercicios de gimnasia rítmica.
¡LA QUEREMOS MUCHO!

Mi despertar (Categoría Juvenil)

Abrí los ojos y contemplé este mundo, en el que viviría por el resto de mis años. 
La sala, de color verde claro, estaba repleta de extraños aparatos y de personas con bata blanca. Yo descansaba en un pequeño colchón mullido y cómodo. 

Entre todas aquellas personas con bata había una mujer y un hombre dados de la mano con una pequeña sonrisa en los labios, mirándome sin parar con los ojos cansados, eufóricos, pero preocupados, el hombre ligeramente encorvado y con un aspecto descuidado y la mujer era, simplemente bellísima. Uno de los presentes, más longevo que cualquier otro hombre de la sala, con unas pequeñas lentes circulares miró a la pareja, que respondió con un asentimiento coordinado lento, preocupado pero decidido, entonces el anciano me preguntó: “¿Cómo te llamas?” Después llegó un silencio total, un tanto dramático, intenso, pero vacío, en toda la sala se intercambiaban miradas preocupada, e incluso desesperadas. 

Y cuando todos empezaron a perder la esperanza, a bajar la cabeza a dejar de mirarme, cuando se derramó la primera lágrima, respondí: “Mi nombre es V1-D4” entonces del silencio surgieron gritos de alegría, abrazos, besos y las palmadas que estallaron como fuegos de artificio en medio de esa tempestad de alegría, euforia y felicidad. El anciano hombre se acercó a la pareja y le dijo a él: “Enhorabuena señor ingeniero”.

De regreso a la vida

Fue al escuchar el eco de la vida cuando nos dimos cuenta, en aquel viaje que emprendimos vacilantes alrededor de nuestras dudas, una suerte de regreso al pasado que nos permitía corregir nuestros errores allí, en el movedizo terreno de los deseos y las nostalgias bien avenidas, un hostil territorio que quizá solo exista en nuestros sueños pero al que acaso podamos regresar algún día para cumplir nuestra realidad y donde nos sintamos de vuelta al hogar y no solo eso, sino de regreso a un seguro escondrijo donde nunca nos encuentre la tristeza. 

Camisa azul

Mi abuela no compró jamás una camisa para sí misma después de casarse. Mi abuela solo vestía camisas furtivamente arrebatadas del armario de mi abuelo. 

Cuando la conocí por primera vez vestía una azul con rayas blancas. Una andrajosa camisa azul con rotos en los codos y un remiendo en el cuello. Con un botón verde, porque le gustaba ese color. No verde musgo, ni verde como el del poema, viento o rama. No señor, a mi abuela le gustaba el verde lima, ese que da dolor de cabeza con solo mirar de refilón. Y con esa prenda de vestir salió a recibirnos el día que mi padre decidió hacer las paces con ella porque diez años sin conocer a sus nietos le parecía mucho tiempo. Y lo era. Pero una parte de mí se alegra, conocerla con nueve años de edad me ha permitido guardar el recuerdo de su sonrisa emocionada, sus ojos lacrimosos, su pelo de aspecto plateado al sol y la camisa azul suave al tacto. Y con su olor, envolvente al ser engullida por su abrazo. 

Su último día desechó la bata de hospital en favor de su camisa azul, con algún remiendo más que la primera vez que la vi. 

Y hoy, me despido de ella y mientras el sacerdote recita las palabras de rigor todo lo que veo es el corazón que hace años tejí en el puño de la camisa azul que desde ahora pasará a tener mi olor. 

Tras el sillón

He hecho algo un poco malo y mamá no me ha visto pero si se entera me va a caer una buena. Aunque claro, el pesado de Fernando estaba también ahí y si se chiva seguro que mamá le cree a él porque dice que tiene cara de ángel y la tía Nina dice que parece que no ha roto un plato en su vida, sea lo que sea eso. Aunque claro, a ellas nunca se acerca por detrás para pellizcarlas en el brazo, cogiendo toda la piel y retorciendo para que duela. Papá sí que le vio un día y le dijo que si lo volvía a hacer le castigaría sin futbol y ya no me lo hace más, aunque a veces me tira de las trenzas y yo le pego un tirón de orejas y corro con papá que me coge en brazos y me salva. Papá es bueno, pero si se enterara seguro que se pone triste. Él no grita pero pone la cara como así, baja las cejas y los labios se ponen rectos y agacha la cabeza y me dan ganas de llorar porque no quiere hacerme cosquillas. Si la tía Nina y mamá se enteran me gritarían y me darían un azote y por eso tengo que salir corriendo por si Fer se chiva porque es malo y quiere que me castiguen. Espera, oigo que viene alguien. Igual la abuela ya ha llegado y me da una galleta. Voy a ir a ver. 

La Luna

Ana disfrutaba de un lugar privilegiado. Desde ningún otro sitio hubiera podido ver aquella pareja retorcerse hasta el paroxismo. Al conductor a punto de encontrarse con la muerte. A la embarazada radiante, al pusilánime de pasos cortos, al drogadicto calentar sus pupilas en una cucharilla de peltre, al ejecutivo de ojos apagados, al adúltero de mirada esquiva… también podía ver ejércitos y dragones, murallas, rascacielos, y una marabunta de seres diminutos agitando sus miserias…

La noche se acercaba. Algunas luciérnagas encendieron farolas a su espalda. La librería quiso además participar también en aquel juego de luces y reflejos y la luna del escaparate le devolvió su propia mirada henchida de poder y de sueños.

Saxa Ajo Picante (Categoría Infantil)

Saxa Ajo Picante era una niña de 9 años muy buena, pero que desde que cambio de ciudad estaba muy triste. Sus compañeros le hacían bromas muy pesadas y se burlaban de ella. 

Una tarde, cuando salió del colegio, decidió ir para casa por el camino del espeso bosque. Cansada, decidió sentarse bajo un majestuoso y milenario árbol. Dejo vagar su mente. Estaba tan liberada… que sin darse cuenta se hizo de noche. 

De repente noto una presencia. Se levanto y…. ¡¡¡UN VAMPIRO!!! Echo a correr pero como no veía nada tropezó y cayó. El pequeño vampiro se echo a reír, se acerco a ella y la tranquilizo, no quería hacerle daño. Luego se pusieron hablar un buen rato. Saxa, por fin, desde hacia mucho tiempo se sintió bien, contenta, feliz… Desde aquel día su mejor amigo era Poncho, el vampiro más travieso y aventurero que os podáis imaginar. 

Nina y la Luna (Categoría Infantil)

Nina vivía en una pequeña ciudad con sus padres. A sus once años, era muy feliz, y, aunque tenía muchos deberes, no le importaba, ya que solía verlo todo con positividad. Pensaba: "Muy bien, ahora haré siete ejercicios de lengua, cuatro problemas de mates y contestaré unas preguntas de sociales; después iré a beber un poco de agua y continuaré con inglés y francés". Y así lo hacía siempre.

Lo que más le gustaba en el mundo era contemplar la Luna. Cada noche salía a verla, la estudiaba y la fotografiaba. ¡Le encantaba! Una noche, cuando se arropó en su cama con su sábana de estrellas y los ojos se le empezaban a cerrar, apareció un conejo del tamaño de una persona y le dijo: ¿Quieres conocer la Luna? La pequeña estaba tan cansada que no se enteró de quien era aquella criatura y respondió un tímido "Sí".

Entonces, el conejo la cogió en brazos y se la llevó al cielo, por encima de las nubes. "Esta es mi casa, la Luna", asintió el conejo. Aquello era precioso, habitado por otros conejos gigantes.

¿Te gusta?, le preguntó.
¡Me encanta!, contestó ella.

De repente, se quedó dormida sobre una roca lunar, y, al despertarse, volvía a estar en su cama. Nina creía que tal vez lo había soñado todo, ya que los humanos no pueden respirar en la Luna sin traje de cosmonauta. Pero, aún así, cada noche salía a observar su querida Luna y a su nuevo amigo, el conejo.


La mirada de Luna

   La mirada de Luna se perdía ante la pantalla luminosa del ordenador. Nació en una aldea de la sierra madrileña en 1930. Perdió su primera oportunidad de comunicarse con el mundo cuando las bombas convirtieron su escuela en un montón de escombros. Su contacto con la vida se limitó, durante mucho tiempo, a sobrevivir la dureza del campo. Firmó su primer documento de identidad con una simple huella marcando una cruz analfabeta. Años después, cuando su pueblo se transformó en criadero de hambre y falta de oportunidades, se trasladó a Madrid. Acostumbrada a que los demás la confundieran con persona falta de inteligencia, se propuso saber qué decían los anuncios, los carteles indicativos, las noticias en los diarios. Así que Luna, entre fregado y barrido, acudió a una escuela para aprender a leer y escribir. Fue su gran triunfo: había derribado los muros de la información. Luna, orgullosa de sí misma, consiguió que sus hijos accedieran con total naturalidad a una educación superior, sin apenas percibir las marcas del esfuerzo de su madre. Convertida en consumidora ávida de la palabra escrita, su jubilación le hizo dar un paso más en su lucha. Habituada a que la consideraran una anciana sin ambiciones, se aferró a un teclado que le permitiría ver más más allá de su televisor, siguiendo atenta las instrucciones de su nieto, un chavalín de once años que podía ser tan libre como se lo permitiera su mente. Hoy, en su perfil de twitter se presenta como “eterna aprendiz”.

No me olvides

Hola. Te extrañaras de leer esto, pero al fin he decidido usar mis propias palabras, no las de otros.

Me estremezco cuando me sostienes en tus manos, te veo reír o llorar, callado. Hemos pasado tantas noches juntos, hemos visitado tantos lugares juntos, que solo quería decirte lo importante que eres para mí. 

Cada día ansío la llegada de la hora de ir a trabajar, para estar contigo unos minutos en el metro, solos a pesar de la multitud. Pero el mejor momento del día es cuando te desmaquillas, te lavas los dientes y nos vamos, juntos, a tu cama. Me encanta cuando te duermes conmigo sobre tu pecho y la luz aún encendida. 

Quería pedirte, rogarte, que no me dejes ir, ningunas manos serán como las tuyas, ningunos ojos me dirán todo lo que me dicen tus ojos. Con nadie podré pasar los ratos que paso contigo. Me encanta cuando hablas conmigo. Aún más cuando hablas a tus amigos de mí. 

Por favor, no me arrincones, no me olvides y algún día, que sea cercano te ruego, vuelve a cogerme de la estantería y léeme de nuevo. 

Tu libro.

Alfa y Omega

   Hacía frío, mucho frío. Tampoco había luz. Todo rastro de vida se había perdido en aquel páramo oscuro y desolador. La oscuridad me envolvía en su frío abrazo. ¿Estaba vivo... o muerto? Poco importaba. Ni siquiera podía moverme. Las manos pegadas al pecho, las piernas estiradas e inmóviles. Descendía. Descendía al pozo del dolor y al de la amargura. Sin poder hacer nada. 

   Notaba la desesperación. El silencio hacía daño. El corazón se agitaba y mi pecho convulsionaba sin control. Mis pies querían moverse, en vano. Mis dedos desprenderse de aquellas invisibles ataduras, también inútilmente. Me costaba respirar. Un ardor caluroso se arrinconó alrededor de mi cara, desesperado, ansiando aire. El cuerpo empezó a entumecerse, las piernas dejaron de responder, dejé de sentir el vientre, el corazón latía muy débilmente. Y no podía hacer nada, salvo descender, cada segundo notaba que mi cuerpo se apagaba. Aquel frío que ya había recorrido todo mi cuerpo, empezó su asalto hacia el último resquicio de calor. Su paso por el cuello fue como la opresión de dos manos. Aquella presión sobre la cara fue insoportable y cada vez más dolorosa. La resistencia era inútil. El final era inevitable. 

   De pronto...Piiiiiip... El corazón dejó de latir y el cuerpo murió. Pero el dolor persistía. 

   Entonces, volví a nacer.

Fantasías del Pasado

    Corrí libre de cualquier preocupación mientras me dirigía a la cabaña del pequeño bosquecito detrás de mi casa. Escondida entre los grandes árboles y la verde vegetación, se encontraba mi refugio, mi lugar, mi libertad, pues una vez que abría con dificultad la pesada puerta de madera y me acurrucaba en una esquina, todo a mi alrededor se transformaba. 

   Aquella noche cogí de la amplia estantería el libro "Momo" de Michael Ende, lo habría leído unas cien veces, pero nunca me cansaba. 

   De repente, en vez de un mullido cojín bordado, note la fría y dura piedra, ya estaba en el antiguo anfiteatro, y al fondo, tras el pequeño agujero de la pared me esperaba Momo con su gran abrigo y debajo de su brazo, Casiopea, la tortuga. 

   Juntas pasamos la tarde, hasta que la oscuridad se cernió sobre mí, sin poder seguir mi aventura por el tiempo. Me levanté, pose el libro de nuevo en la estantería, y volví a mi solitaria casa. 

   Me tumbe en la cama, había pasado tanto tiempo, pero ahí estaba, esperando aún el beso de buenas noches de mi querida madre. 

   Cerré los ojos y susurre a la soledad: "Buenas noches sol, buenos días luna".

Todo y Nada

   -¡Para! Para de lamentarte, empieza a ser feliz. ¡Maldita sea! ERES JOVEN.

   Fue lo último que recuerdo de Alan, después de tantos años se fue. Lloraba cuando me lo dijo, lloro cada vez que le recuerdo. 

   Sus labios, su suave piel, su despeinado pelo, su risa... Aún no puedo habar, me exigen una explicación, pero no se la puedo dar, no lo se... No sé porque se suicido. 

   En el fondo le odio por abandonarme, por huir, por ser un cobarde, por no contármelo, por dejar que un sucio papel expresara lo que su voz nunca pudo susurrarme. 

   Alan fue mi mejor amigo, mi cómplice, mi amante... lo fue todo para mí y ahora no es nada.

¿Te acuerdas de mí?

   - ¿No acordáis de mí? 

   Repasó visualmente a todos ellos con esos pequeños y profundos puntos llenos de vacío que eran sus ojos. Y el surco que marcaba sus labios empezó a moverse. 
   
   - Años, he estado años con vosotros, jugando, soñando, escuchando vuestros problemas, a veces disfrazado de osito de peluche, a veces como muñeca, y para otros como amigo invisible. Os he dado fuerza para seguir avanzando y superar los problemas, y ahora, ahora que que sois adultos me borráis de vuestra memoria. Todos habéis roto la promesa que me hicisteis, todos habéis violado el contrato que firmamos, y exclamáis que no recordáis nada. Mentira, sois víctimas de vuestros propios miedos. No os acordáis, pero permitirme que os lo recuerde. Me prometisteis que cuando fuerais adultos trabajaríais para hacer un mundo mejor, para que las personas fueran mejores personas, donde el planeta que dejemos a nuestros hijos sea un lugar digno de llamar hogar, ¿y que habéis hecho?, nada, absolutamente nada. Os habéis centrado en vuestras carreras impidiendo que cualquier atisbo de humanidad os apartara de vuestro objetivo. 

   Ahora su memoria había recuperado esos recuerdos. Se acordaban de él, de su ayuda y del trato. Podían excusarse en que eran fantasías de la edad, pero sabían que era cierto y que siendo adultos habían cometido los mismos errores que ellos habían sufrido cuando fueron pequeños. 

   Y mientras todos estaban cabizbajos, un foco iluminó su mesa y entonces se dieron cuenta que un asiento estaba vacío.

Mi vida es una novela (Categoría +65)

Desde que tenía cinco años recuerdo todo lo que ha ido pasando a lo largo de mi vida. Soy la mayor de seis hermanos, les he visto nacer y crecer, ya que desde muy jovencita he tenido que ejercer de madre con ellos, para que mis padres pudieran trabajar en el campo. Fui al colegio durante muy poco tiempo y solo aprendí a multiplicar ya que en mi casa me necesitaban.

Mi infancia fue dura y cuando me hice un poco mayor me hice un novio que en mi casa no querían, puesto que era pobre y ellos querían uno más rico y con más tierras para mí. Eso hizo que con trece años me fuera a Madrid a servir, para no separarme de él. Mi familia no entendía mi actitud, y que lo dejara todo para estar con una persona pobre.

A los 21 años me casé y me quedé embarazada. Poco tiempo después mi marido cayó enfermo y nos tuvimos que volver al pueblo donde estuvimos tres años y posteriormente fuimos a vivir a Valencia con un tío de mi marido.  Él empezó a trabajar en la EMT y yo de ama de casa. Eran tiempos muy duros y en mi pueblo la gente estaba pasando mucha hambre, así que tuve que acoger en mi casa a familiares y amigos. Esta situación me llevó a padecer una gran depresión. Mi hermana y mi cuñada tuvieron que venir a ayudarme, ya que yo no podía con toda esta situación y eran muchas las bocas que tenía que alimentar.

He sido una persona muy luchadora que he sabido salir delante de todos los problemas que se me han presentado. Mi actitud y mi valentía hacia la vida han sido mi punto fuerte, además mi humildad y mi disposición por ayudar a los demás.

Cuando todo cambia (Categoría +65)

Desde mi nacimiento fui una persona muy feliz, tuve una infancia muy buena dentro de la pobreza que había. No tuve la oportunidad de ir al colegio porque en mi pueblo no había. En el día a día solía pasar las mañanas en casa ayudando en las tareas de la casa para que mi madre pudiera trabajar, por las tardes me gustaba salir a jugar con los niños del pueblo con los que recuerdo muy buenos momentos.

A los 20 años dejé mi pueblo para ir a trabajar  a una sastrería y aprender a coser pantalones. Unos años más tarde me trasladé a vivir a Valencia ya que empecé a trabajar en Moncada, en la fábrica de "lois" donde estuve mucho tiempo y conocí a muy buenos compañeros de trabajo.

Mi vida cambió cuando tenía alrededor de 50 años, ya que me detectaron un cáncer de mama y dió un giro de 360º. La noticia me dejó hundida, pasé una gran depresión, pero yo nunca tiré la toalla y luché por superarlo día tras día. Conseguí salir adelante junto con el apoyo de mi familia y amigos, y años más tarde decidí irme a vivir a una residencia ya que vivir sola no me gustaba. Los primero meses fueron muy buenos, pero tuve la mala suerte de padecer otro cáncer de mama, donde en esta ocasión si que me llegaron a cortar el pecho. Tuve que ser valiente y muy fuerte para salir adelante, y una vez más lo conseguí.

Estos últimos años han sido los más duros de mi vida, pero todo ello me ha enseñado a valorar más las cosas y a ser más fuerte ante todo lo que la vida interponga en mi camino.

Mi vocación por ser maestra (Categoría +65)

Desde muy pequeña siempre supe que sería maestra. A los catorce años terminé el colegio y decidí continuar con mis estudios. Como en mi pueblo ya no tenía la oportunidad de seguir formándome, tuve que acudir a un profesor particular que me daba clases todas las tardes para formarme en los estudios superiores de Bachiller. A los 17 años me presenté al examen de bachiller y a partir de ese momento continué mi formación con la carrera de magisterio. 

Durante toda la carrera me iba dando cuenta que cada día me gustaba más y que ser maestra era lo que realmente quería. Las oposiciones fueron duras, pero era mi sueño y sabía que la actitud para afrontarlas era algo muy importante, pero eso siempre fui positiva, constante y luchadora.

Cuando me dieron la noticia que aprobé las oposiciones sentí una alegría inmensa puesto que había llegado a mi meta de lo que quería ser. El primer destino donde tuve que desarrollar mi profesión fue Albuñon, un pueblo cerquita del mío, en la provincia de Granada. Allí estuve un año, donde daba clases a niños de todas las edades puesto que era un pueblo muy pequeño y solo había dos clases para todos los niños. AL año siguiente pedí un traslado a mi pueblo, donde estuve cinco años ejerciendo mi profesión y finalmente me trasladé a trabajar a la provincia de Valencia y así poder estar más cerca de mi hermana.

En Valencia estuve muy a gusto, había muy buena relación entre todos los profesores que allí ejercíamos y eso me hacía sentirme como en casa. A pesar de ello decidí hacer una nueva oposición, en este caso para párvulos, puesto que consideraba que enseñar a leer era lo más importante ya que era la base para poder desarrollar las demás materias. Una vez aprobada la oposición me fui a vivir a Valencia capital, donde fue donde terminé de ejercer mi profesión y me jubilé.

Para mi,  ser maestra fue mi vocación, my sueño y mi meta. Cuando me jubilé me sentí orgullosa por la labor que había hecho durante tantos años. Aun hoy vivo las clases, ya que mi hija siguió el mismo camino que yo y es profesora de inglés.

La belleza de nuestro centro (Categoría +65)

En Valencia y su provincia muchas residencias hay, pero de todas la más hermosa es la nuestra, "Residencia Comunidad Valencia", situada en la calle Peset Aleixandre.

Cuando llegamos a ella, un pequeño jardín nos saluda con su palmera bien grande y otras que todavía han de crecer; las flores son abundantes y su variedad de colores alegran nuestra vida en el centro.

Tenemos otro jardín más grande, en el que debemos pasear para fortalecer nuestras piernas al mismo tiempo que disfrutamos de los diferentes aromas que son abundantes en él. Aquí acuden palomas, tórtolas y muy lindos pajaritos que alegran las mañanas y las tardes con sus trinos hermosos y alegres. Además una jaula de gran tamaño se encuentra en el interior del jardín y en su interior, canarios y perdices suenan de día y de noche. Son muchas las familias y residentes que salen a pasear por este bello jardín y gozan de este ambiente tranquilo y hermoso.

En el interior del centro destacamos gran variedad de cuadros que cuelgan por las paredes de las tres plantas que forman el edificio. Estos cuadros fueron pintados por una residente, destacando el autorretrato como su mayor especialidad. Además existen mosaicos antiguos, ya que anteriormente el edificio fue un convento. Es por ello que en el interior encontramos una pequeña capilla donde todos los domingos nos reunimos a la santa misa.

Por todo ello, la vida en el centro es hermosa y apacible dando gracias a todo el personal que trabaja en él.

¡ Dos joyas ! (Categoría +65)

Desde que nací, siempre supe que tendría dos madres, y una de ellas sería mi hermana. Nos llevamos sietes años y desde bien pequeña ha tenido que cuidar de mi para que mis padres pudieran trabajar. Siempre hemos estado muy unidas, nos quedamos sin madre muy jovencitas y eso hizo que nuestra unión fuera más fuerte y nos apoyáramos la una a la otra para salir adelante.

Hemos sido muy buenas hermanas y nunca tomábamos una decisión sin consultar con la otra. Ella siempre ha sido muy buena tanto conmigo como con los demás. No solo se preocupaba de mí sino de todas las personas que, conocidas o no, ella consideraba que necesitaban ayuda. La gente siempre ha admirado la relación que teníamos. Nos lo contábamos todo y éramos como uña y carne.

A pesar de los años, la relación nunca se ha perdido y siempre ha sido la misma. Viene a visitarme al centro donde estoy viviendo muy a menudo y nuestras conversaciones no tienen fin. Las dos nos damos cuenta que a pesar del paso del tiempo, nuestra unión es indestructible. Además estamos muy orgullosas de la relación que mantienen nuestros hijos ya que se llevan como hermanos y eso nos hace estar tranquilas, y sabemos que cuando no estemos, esa relación continuará.

No cambiaría a mi hermana por nada del mundo y aunque nos hacemos mayores somos una joya la una para la otra.

No quiero más que un abrazo (Categoría Juvenil)

   En un mundo cruel no se espera ternura.

  Despertó de un mal sueño temeroso en el que la soledad le arrebataba la ilusión y  hundido  en sus lágrimas de desasosiego  llegaba al final más trágico.

   Pablo, un  chiquillo indefenso despertaba en todo un lugar desconocido, excluido, en un humilde orfanato y  añorando a unos seres inertes de afecto y amor, quienes él consideraba “familia”.
  
   Entre sollozos bajaba  pausadamente los  peldaños y encaramado a la baranda con temor observaba con timidez a muchachos que aguardaban  a su llegada.

   Dispuesto a explorar aceleraba el paso esperando a que sus nuevos compañeros le consolaran para más tarde encontrar en ellos la ternura que nunca había hallado; pese a todo, solo recibía de ellos una simple mirada de amargura.

  Desamparado, buscaba refugio en su única pertenencia, un pequeño peluche despedazado que siempre había sido su gran compañero.

    Alba día y noche se reprimía en su alcoba horrorizado sobre lo que al otro lado de la puerta le podía acontecer.

    Entre la oscuridad de la noche una silueta desveló a la criatura que estallaba a vocear auxilio, arrimándose a él la silueta le rogó  sosiego y encendiendo la luz desveló la identidad  de su rostro. Pablo asombrado al ver que se trataba de su compañera se calmó y la pequeña se abalanzó a él fundiéndose en un abrazo de protección eterna.


    En un mundo real no se espera ternura de quien su alma yace en amargura.

La hora del cambio

   Su boca expulsaba colgajos de saliva. Marcos aún no sabía muy bien qué hacer con el desastre de su vida, ni tampoco por qué el vagabundo de la esquina estaba en su coche. Marcos era un hombre apocado, harto e incapaz de tomar una decisión sosegada y valiente.

   Acércame a Vallecas, decía. Mi hija se muere.

  Marcos no se creía nada. Siempre le ha gustado ver cómo la gente miente y, mientras miente, se lo cree. No hay nada más humano que la mentira. Es necesaria para el avance de la humanidad. Dios, Troya, la Guerra de Irak. Dejó de escuchar. Le dijo que sí, que le llevaría a su maldita casa con tal de que se callara.

    El vagabundo parecía ya lo que era: un drogadicto deseoso. A Marcos le ponía muy nervioso ver cómo un yonki no paraba de segregar saliva en su coche. Pensó por un momento en acabar con todo; pensó en su exnovia. Ni ella ni él habían encontrado consuelo a su pena. La carne no ofrece soluciones. Puede ser un lugar de tristeza infinita. Pensó en la crisis, en los bancos, en la política. Pensó que no hay nada más desagradable que el sonido que emerge tras la caída al vacío de la tapa del wáter. Cambiar es la solución. Las comisuras de su acompañante tomaron un color blancuzco. Sí, había que hacerlo.


   Dejó de pensar, porque por primera vez en su vida su pensamiento se tornó inmediata y voluntariamente en acción.

El Nacimiento

   Gimbya nunca tuvo Navidad. Nueve meses antes, un pequeño bote había cambiado su suerte para siempre y aquella noche, después de cenar y cantar en aquella casa de acogida, podría dormir con sábanas de raso; dormir… y soñar. Pero sus párpados ocultaban un sueño con mazapán rancio y chocolate amargo. Un belén de luces mortecinas y peces sedientos coleteando en el cauce seco de los ríos. Ocas apáticas con aires marciales, pastores indolentes achicando gritos en un pozo sin fondo y centuriones con sonrisas de plástico. Aparecieron también camellos fantásticos con lenguas de siete metros y jorobas preñadas de ilusiones muertas. El decorado se inundó de nonatos negros con lavanderas y matronas indiferentes que esterilizaban al fuego sus propias manos.
   Gimbya se despertó con el estruendo de un petardo. Jadeaba. La casa estaba en silencio. La ventana guardaba un paisaje de ladrillos y una franja de cielo sin estrellas. Otro petardo y una contracción agitaron al mismo tiempo sus entrañas. Fue entonces cuando desaparecieron todos los fantasmas de su sueño. Acarició su vientre… cerró los ojos.

    Sus párpados le ofrecieron entonces el cielo limpio y completo de su aldea. El olor profundo y misterioso de la sabana llegó con la fuerza incontenible de miles de ñus en estampida. Se abrieron de par en par los pétalos de su esperanza y surgió la belleza que solo puede germinar en el estiércol y la miseria.

Tic Toc (Categoría Juvenil)

Tic toc hace el reloj
 la cuenta atrás ya comenzó.
 ¿O usted pensó
 que este era el cuento
 sobre un reloj? 

¿Que acaso
 este reloj 
solo podía 
hacer tic toc?

 Craso error. 

Este reloj, 
que hace tic toc, 
marca el tiempo 
que ya pasó, 
de un sujeto 
que intercambió 
un objeto 
de gran valor 
para obtener 
este reloj. 

¿Qué intercambió? 

¿Qué pudo ser 
lo que entregó? 

Intercambió 
su corazón 
para poder 
ser un reloj. 
Así buscando 
la perfección. 
En el lugar
 que tiempo atrás, 
este albergó 
un corazón, 
no había más 
que este reloj 
que hace tic toc. 

No se enteró 
que este reloj, 
marca el tiempo 
de lo que era 
su perdición. 

Cuando el reloj 
no haga tic toc, 
será el final, 
su funeral, 
pues su tiempo 
ya se agotó, 

Tic

Di un salto

   Di un salto, sentí el cielo, puro claro, intocable a ninguna mano humana antes, tome una nube prestada de Dios, y mientras descendía, por aquel reino mágico de silencio, esculpía poco a poco a mi compañero fiel de vida, pase por encima de un volcán y vi su núcleo rojo, inmenso en acción, tome una roca ardiente, negra, y di forma a una de sus orejas, a sus ojos, cuando ya formado, pase por los páramos y recogí un pedacito del alma de los cielos, para dar movimiento a un ser que permanecía tan callado, cuando toque tierra, lo sostuve entre mis brazos, di un beso en su frente para enseñarle que es el amor, lo puse en la tierra, su primer movimiento consistió en batir la cola, luego ladro, y por ultimo no dejo de moverse en círculos, se movía, y se movía, como las olas del mar, pero el final del día llego, se acostó y durmió, por primera y última vez, cuando amaneció, él había vuelto a formar parte del universo, su cuerpo fue llevado poco a poco, desapareciendo y formando parte del velo del misterio, entendí que solo Dios puede dar vida, así, que me despoje de mi cuerpo, me transforme en espíritu, y lo seguí, ahora nosotros jugamos eternamente, en la mente del creador, nuestras vidas desaparecieron pero nuestro recuerdos vivirán en Dios por siempre. 

Comenzar de nuevo

   Árdeme el cuello por dentro, déjalo hervido y chamuscado, abrásame con tu fuego que calcina.
   ¿Te gustaría que no hablara más, no es cierto? ¿No recordarte nunca más todo el daño, la destrucción y las cenizas que dejas a tu paso? Pero no podría hacerlo aunque quisiera, mi instinto me urge a proteger y a protegerme. Me urge a huir de ti aunque te propongas bloquearme todas las salidas. 
    El camino es duro, es largo, está cercado por todos lados y encima, vigilante, estás tú. Pero encontraré la salida, como siempre he hecho. 
   Entonces soplará una suave brisa, los rayos del sol me rozarán las mejillas mojadas y podré sentarme a contemplar la tristeza infinita del mundo sin ti. 

El Síndrome Desesperante

  Con una desesperación in crescendo dentro de su cuerpo, comenzó a moverse frenéticamente por toda la casa mientras resoplaba y suspiraba con gran angustia. Temía seguir en ese estado mientras su teléfono podía sonar en cualquier momento dándole la nefasta noticia que él no quería oír. 

   Volvió a recorrer la casa por enésima vez a una velocidad de infarto, se tomó otra taza de café y miró hacia arriba nada más desplomarse contra el sofá, como en busca de la salvación divina. Le estaba mirando desde la mesa, ahí estaba, impertérrita, sin vacilar, con una mirada fría que penetraba su corazón y le hacía sentirse tan intranquilo consigo mismo. « ¡Ring! », el teléfono suena, lo descuelga, ahí está, su editor preguntando dado la cercanía de la fecha límite. 

  Desde la mesa todavía le mira, su vieja máquina de escribir con una hoja vacía de contenido, que no hace más que acrecentar el síndrome de la hoja en blanco del pobre novelista.

El Funeral Funesto

   Era una gran sala con una decoración exquisita. Un tono solemne, pero no demasiado sombrío, lo ideal para un funeral como el que se estaba celebrando. 

   Había personas a donde fuese que mirases, todos con una pena, con sonrisas agridulces de quienes saben llevar el luto celebrando los recuerdos de la vida del difunto. Sin duda alguna estaba siendo un funeral de los mejores de todos los que había visto. También se dieron momentos mucho más emotivos, como cuando mi pobre sobrina poso su mano derecha en mi pecho y rompió a llorar. 

   Tras ese rato de velatorio, el cura comenzó con su discurso, uno bastante acertado, intentando ser profundo pero alejándose del arquetipo de exordio religioso rancio de antaño. 

    Definitivamente creo que mi funeral fue uno digno al cual asistir.

El despertar

  Movían los dedos a velocidad de vértigo. Últimamente parecía que casi todo el mundo podía ser pianista. Sus dedos largos y ágiles los delataban, pero no eran músicos. Mirada esquiva, párpados casi cerrados y esa ligera inclinación de cabeza, siempre mirando hacia abajo como buscando algo, mas tampoco eran buscadores de tesoros. Cientos de palabras por minuto, algunas inéditas, pero no eran escritores. A veces se les veía esbozar una sonrisa, sin embargo no parecían felices.

   Él, incluso parecía haberse quedado sordo, esos enormes donuts negros que llevaba en las orejas le impedían oír el ruido de los coches, el trino de algún pajarillo perdido. Absorto en algo importante, su pequeño tesoro tamaño bolsillo reclamaba toda su atención. 

  De repente lo sintió. Un leve contacto, una piel suave, una dulce fragancia. Tal fue su sorpresa que su pequeña mascota electrónica se precipitó contra el suelo. Primero una mueca de espanto, improperios agolpados en su garganta dispuestos a salir y atacar al responsable de aquella catástrofe. Alzó la cabeza y se quedó mudo. Al verla lo único que salió de su boca fue una gran sonrisa. La agarró de la mano y se alejaron charlando, dejando su Smartphone roto, con las tripas fueras y la pantalla completamente negra.

Excusas

   Horas muertas en vida es matar el tiempo por no hacer nada.
  No es por ti, es culpa de la mía obsesión de no desechar ningún instante la que me vuelca a querer tener esa sensación de felicidad permanente. Revivir esas primeras sensaciones, continuamente, con diferentes personas porque las primeras veces son de un solo uso, y repetirlas anula su valor. Como insistir en gastar la misma bala dos veces. Insistiendo destruyes el recuerdo y sacrificas su otra vida. 
  Ni siquiera antes de llegar a conocernos, mucho antes de caer en la monotonía, huyo como afición para quedarme con lo especial y guardarme eso tan único que solo se puede concebir con la experiencia. Que solo se puede entender en la cabeza y piel de uno mismo. Esos momentos tan delicados que las palabras ruidosas y torpes destrozan.
   ¿Miedo? Más bien pereza al desnudo emocional. 
  Sólo intento sacarme libre de la pesada culpa que me imputas. Me eximo total y completamente del servicio personal al que crees que debo atender. 
   Soy coleccionista de una colección finita, y sólo porque el tiempo me acecha. Tengo prisa. Y no podrás llegar a entender mi ánimo. ¿Sabes porque? Porque tú buscabas un cómplice emocional constante y yo otro recuerdo esporádico que coleccionar.

Delicada línea llamada amor (Categoría Juvenil)

   Y así es la vida; Ponen todo el interés para pintar un cuadro y se prometen a si mismos ser el mejor pintor. Pero una vez obtenido el lienzo donde pintar y una raya en la superficie blanca, todo el empeño por ser eterno, se fuga... 

   Y un día, sin más, ven que el lienzo esta a descubierto y empieza a llover, la maravillosa e idealizada línea se va, se rompe... Entonces ahí intentan recuperarlo, pero la vida pasa y esa chica ha dejado de intentar sobrevivir en el lienzo de la vida del chico a quien amaba tanto. Él intenta recuperarla con un nuevo pincel, pintando un fondo mejor y renovado, lleno de ilusiones y mentiras, pero a pesar de ello esa línea, o chica, como lo queráis llamar, se ha cansado de luchar por una historia, dibujada o real, que nunca sucederá, porque todos eso botes de pintura preparados para pintar -pero nunca abiertos-todas esas promesas dichas pero no demostradas han hecho que la lluvia llegue a ese corazón que ha dejado de sentir, ha llegado a esa línea que ha dejado de ser visible.

Futuro (Categoría Juvenil)

   — ¡Me lo prometiste, mentirosa! 

   La niña me mira, pero yo evito que su mirada me atrape. Tengo miedo de que me envuelva con su furia y tristeza y ya no pueda escapar.

   - ¿Dónde están París y Singapur? ¿Dónde están los viajes en tren días y días? ¿Esto es lo que quieres? 

   No, no, no. Ella no existe. Debo hacer que desaparezca. Cierro los ojos, los aprieto y permanezco así unos minutos. 

   — ¡Nadia! ¡Mírame!

   Los vuelvo a abrir. Ya se ha ido. 

   Respiro, me levanto y me visto en el menor tiempo posible. Contemplo el espejo de mi habitación. No me veo a mí, sino a la niña que era hace treinta años con lágrimas por las mejillas. 

   Me alejo de allí, sonrío para convencerme y me dirijo un día más a la oficina.

Flores (Categoría Juvenil)

Siempre le habían encantado las flores. Es curioso que la primera vez que se las regalaron fue en el día en que murió.

Tocado y hundido (Categoría Juvenil)

   Un hilo de luz se colaba desde la rejilla del techo, iluminaba esa mugrienta habitación tan diminuta, en la que vivía desde hacía tres años. En la que ya estaba acostumbrado estar día tras día solo, simplemente con la soledad y mis remordimientos, que por cierto no eran pocos. Esta misma mañana me había levantado con un mal presentimiento, tal vez fuera el recuerdo de lo que pasó, no lo sé, siempre lo llevo en la conciencia. Vuelvo a recordar...

   Sábado por la noche, mi amigo al borde del coma-etílico, y yo..yo más de lo mismo. La gente nos miraba no solo por las paparruchadas que decíamos, sino que también por nuestro estilo "punk", que en ocasiones daba miedo. Saqué de mi bolsillo el mechero de color azul y acto seguido le dí fuego a mi colega, y allí, en ese callejón oscuro, estrecho y sin salida, nos hundimos en nuestros traumas del pasado.

   De un momento a otro la expresión de su cara cambió por completo. Me giré sin pensar lo que podía ver en ese preciso momento. Efectivamente, allí estaban otra vez, con unas navajas en la mano de unos diez centímetros de largura, apuntándonos con la punta brillante y afilada. Dos monstruos de los suyos me agarraron por la espalda mientras el líder cada vez le acercaba más el cuchillo al estómago de Txus, y le susurraba al oído: -¡Te quiero matar!

   Y aquí hundido entre lágrimas estoy yo, preso y acusado de su muerte...

Hoy describo al corazón (Categoría Juvenil)

   Y la lluvia de amor cayó sobre ellos, como rayo que cae sin destino del universo, cayó el, pues, tras las penumbras de aquel bosque eterno. Los pájaros, que cantaban sumisos al tiempo,eran parte de los susurros que agonizaba el viento. Mas los árboles, que osaban ser aquello que nunca fueron, de amor creyendo que tenían el alma y de amor murieron. Y los corazones que querían ser las olas de aquel mar eterno, despertaron al amanecer, que para entonces era un simple reflejo. Reflejo de aquellos que osan ser los te quiero en la mañana y los te amo en esas noches en las que importa nada, osaron, pues, serlo todo en esa sutil madrugada. Y que se enteren las almas, que el mundo despertó con aquella Aurora que supo darles aquello a lo que siempre llamé odio pero debería haberlo llamado amor.

 Amor de compañero, 
amor … 
¡que sin razón!

Donde todo empezó

   Desde que aprendí a leer, me empecé a interesar por las bibliotecas. Al principio me asustaban un poco, esas enormes salas con tantas estanterías que me obligaban  a levantar la cabeza.

   Me quedaba boquiabierta contemplando el ir y venir de aquellas escaleras que parecían no tener fin, mientras algunas personas subidas en ellas se desplazaban hacia todos los lados. Acompañaba a mi madre con frecuencia en su búsqueda de libros. Mi padre le decía una y otra vez: “Tu sitio está en casa, cuidando de nuestros hijos, no te hace falta aprender más”. Recuerdo que a veces le costaba caminar o se ponía gafas oscuras aunque no hiciera sol.

   La sección de adultos era así: fría y gris. Aquel silencio sepulcral, solo mitigado por alguna tos, estornudo o leve murmullo, le daba un cierto aire de misterio.

   Ella me inculcó el interés por los libros. Me contaba maravillosas historias de cerditos, de niños que volaban surcando el cielo y de zapatos de cristal perdidos a medianoche y yo, me sentía la protagonista de todas ellas.


   Un día en la biblioteca, mientras acariciaba las letras distraída, noté un leve cosquilleo en mi dedo índice que pasó al corazón y más tarde a toda la mano. El leve cosquilleo se transformó en un pequeño tirón abriéndose un boquete en el libro. Mi cuerpo se estrechó y se estrechó, hasta introducirme en él y así empezó todo. Viví historias increíbles, pasad la hoja y lo veréis.