Fue al escuchar el eco de la vida cuando nos dimos cuenta, en aquel viaje que
emprendimos vacilantes alrededor de nuestras dudas, una suerte de regreso al pasado
que nos permitía corregir nuestros errores allí, en el movedizo terreno de los deseos y
las nostalgias bien avenidas, un hostil territorio que quizá solo exista en nuestros sueños
pero al que acaso podamos regresar algún día para cumplir nuestra realidad y donde nos
sintamos de vuelta al hogar y no solo eso, sino de regreso a un seguro escondrijo donde
nunca nos encuentre la tristeza.