Di un salto, sentí el cielo, puro claro, intocable a ninguna mano humana antes, tome una
nube prestada de Dios, y mientras descendía, por aquel reino mágico de silencio, esculpía
poco a poco a mi compañero fiel de vida, pase por encima de un volcán y vi su núcleo rojo,
inmenso en acción, tome una roca ardiente, negra, y di forma a una de sus orejas, a sus
ojos, cuando ya formado, pase por los páramos y recogí un pedacito del alma de los cielos,
para dar movimiento a un ser que permanecía tan callado, cuando toque tierra, lo sostuve
entre mis brazos, di un beso en su frente para enseñarle que es el amor, lo puse en la tierra,
su primer movimiento consistió en batir la cola, luego ladro, y por ultimo no dejo de
moverse en círculos, se movía, y se movía, como las olas del mar, pero el final del día
llego, se acostó y durmió, por primera y última vez, cuando amaneció, él había vuelto a
formar parte del universo, su cuerpo fue llevado poco a poco, desapareciendo y formando
parte del velo del misterio, entendí que solo Dios puede dar vida, así, que me despoje de mi
cuerpo, me transforme en espíritu, y lo seguí, ahora nosotros jugamos eternamente, en la
mente del creador, nuestras vidas desaparecieron pero nuestro recuerdos vivirán en Dios
por siempre.