Mario lleva días sin dormir, le han encargado la campaña publicitaria de la Primitiva,
pero está completamente bloqueado y la última semana de plazo está tocando a su fin. Él
está convencido de que la culpa es de Marta, la nueva becaria que se ha instalado en sus
pensamientos sin intenciones aparentes de abandonarlos. Se pasa las horas en una nube,
soñando que la invita a cenar, los dos bromean, ríen y al final de la noche se besan bajo
la luz de las estrellas. Quién sabe si quizá después la acompañaría a su casa… Aunque en
realidad él no necesita tanto, le bastaría con un poco de cariño, una simple caricia. Lo
piensa y se estremece: ay… si me toca.