Hola. Te extrañaras de leer esto, pero al fin he decidido usar mis propias palabras, no las
de otros.
Me estremezco cuando me sostienes en tus manos, te veo reír o llorar, callado. Hemos
pasado tantas noches juntos, hemos visitado tantos lugares juntos, que solo quería decirte
lo importante que eres para mí.
Cada día ansío la llegada de la hora de ir a trabajar, para estar contigo unos minutos en el
metro, solos a pesar de la multitud. Pero el mejor momento del día es cuando te
desmaquillas, te lavas los dientes y nos vamos, juntos, a tu cama. Me encanta cuando te
duermes conmigo sobre tu pecho y la luz aún encendida.
Quería pedirte, rogarte, que no me dejes ir, ningunas manos serán como las tuyas,
ningunos ojos me dirán todo lo que me dicen tus ojos. Con nadie podré pasar los ratos
que paso contigo. Me encanta cuando hablas conmigo. Aún más cuando hablas a tus
amigos de mí.
Por favor, no me arrincones, no me olvides y algún día, que sea cercano te ruego, vuelve
a cogerme de la estantería y léeme de nuevo.
Tu libro.