Tocar las páginas viejas de un libro es la mejor sensación que se puede experimentar.
Leer esa letra pequeña que antes tenían los libros antiguos y buscar en el diccionario las
palabras que no entendemos. Que en los libros de otra época aparezca vocabulario
desconocido, vetusto, bello. Que en la primera hoja aparezcan las dedicatorias y la fecha
de edición. Que las portadas de los libros estén un poco rotas, las páginas descoloridas,
de color sepia y el lomo arrugado y lleno de celo para evitar las roturas. Leer es
magnífico, te transporta a otro universo sin moverte de tu cuarto. Un día haces de
detective privado, al siguiente de mago y luego de pirata o caballero. Muchas veces te
otorgan el papel de héroe y otras el de villano. Lo que más me gusta son los libros
viejos que tenía mi abuelo Enrique y que primero se los dio a mi madre y después
pasaron de generación hasta la mía. Ojalá todo el mundo tuviera la posibilidad de tocar
mis libros viejos. Pero por desgracia no es así. Lee, imagina, crea. Las claves de la
felicidad.