Correr junto al viento y el sonido del mar es liberador. Cosas como sentir una
gota de sudor recorrer mi frente, que mi pulso se acelere y oír mi respiración
entrecortada, hacen que solo piense que soy un pájaro que comienza su rumbo sin
destino, pero que espera encontrarlo durante el viaje.
Las palabras significan mucho más que las definiciones detrás de ellas en un
diccionario. Alguien puede tener libertad cuando, por fin, haga lo que desee hacer sin
que nadie le diga lo contrario, o puede ser que ese sentimiento surja sin más, aunque la
definición de “libre” no se ajuste a la vida de esa persona. La palabra en sí parece
sencilla, pero detrás de ella hay personas ansiando tener esa paz que te inunda cuando la
consigues. En mi caso tengo suerte, puedo tenerla con tan solo esta hora corriendo por
la noche, con mi cuerpo aquí y mi mente más allá.
Corro más lento hasta que me paro y cierro los ojos. Tomo una profunda
respiración oliendo ese aroma de agua salada, y después de estar centrada sólamente en
el sonido de las olas, abro los ojos y doy media vuelta. Camino de nuevo a mi casa, a
mi vida, a los problemas. Creo que se debe encontrar un momento en nuestros días, que
nos hagan sentir libres, para ser capaces de afrontarlos.
Quizá mañana…