Porciones de felicidad

¿Qué quiere ser de mayor?

Con los años ha descubierto cuanto le gusta la fotografía, le apasiona el mundo de la neuropsicología, así como la pedagogía, la informática, le interesa la inteligencia emocional y tantas cosas más, pero ha llegado a esta conclusión con el paso de los años, tal vez demasiados, tal vez un poco tarde para hacer de alguna de sus pasiones su profesión, tal vez no, nunca es demasiado tarde para ser feliz, para perseguir un sueño, por eso es tan importante que ayudemos a los niños y niñas a descubrir sus pasiones, su filosofía de vida, a disfrutar con lo que hacen y no sufrir por lo que les obligan a hacer. Por todo ello, abrámosles las puertas al mundo y que descubran. Para que tanto de mayores como de pequeños, puedan ser lo más importante que se puede ser, feliz. 

Jamás la hubiese imaginado escribiendo estas líneas, ella más bien es de números, contabilidad y todo eso, pero tampoco la imaginaba dibujando, nunca se le ha dado bien, pero ahora, de vez en cuando, se siente inspirada y dibuja, cuando realmente se quiere hacer algo, solo hay que proponérselo, dar el primer paso y los siguientes suceden sin darse cuenta. 

Da el primer paso, no tengas miedo, todo en la vida es aprendizaje. 

Y recuerda, la vida son porciones de felicidad, disfrútalas.

Mi cajita de metal con brasas de fuego (Cat. +65)

Recuerdo salir de casa por las mañanas para ir al colegio con trenzas, babi blanco, zapatillas de cáñamo y calcetines, entonces las chicas no llevábamos pantalones. En el colegio no había calefacción, ni estufa de leña, por eso todas las mañanas, mi madre me ponía brasas de fuego en la cajita para que pudiera tener los pies calentitos en clase.

A los once años me puse de niñerita de un bebe precioso, le llamaban Solín, yo era delgadita y no lo podía llevar al brazo, la llevaba a horcajadas en la cadera. De pequeña, siempre me inventaba historias, cuando la niña lloraba, le decía “no llores, mi amor te voy a contar una historia”.

Le decía, tú vas a vivir como una princesa, cuando tengas mi edad estudiarás, el mundo habrá cambiado, no habrá hambre, ni niñas que por la ignorancia y el fanatismo de sus papás, les corten el clítoris y alguna muera, no habrá guerras y no pasará que a tan corta edad, tengas que dejar la cajita de las brasas, la cual llevabas al colegio para ponerse de niñerita, para ayudar a la economía de la familia.

La niña se dormía plácidamente, parecía que entendía lo que le decía. Todo esto que le contaba a la niña, muchos años después, está sucediendo, por ello se está luchando y algo hemos conseguido, con gotas de sudor y sangre.

Cobraba al mes 15 pesetas y la merienda, pan y chocolate.

¡Estamos de regreso!

En nuestro deseo de fomentar la alfabetización y promover la lectura, volvemos con un nuevo concurso de microrrelatos. 

Si te gusta escribir no dudes en mandarnos el tuyo, ¿a qué esperas? Si te gusta leer disponemos de los relatos del concurso anterior y nuevas adquisiciones que nos van llegando día a día. 


¡Nos leemos!